Las mujeres augustas de Roma fueron figuras clave dentro de la familia imperial romana, distinguidas por el título honorífico de Augusta. Este título, instaurado oficialmente a partir de Livia Drusila —esposa de Augusto—, reconocía a esposas, madres, hijas y otras mujeres cercanas a los emperadores, otorgándoles un estatus singular en la corte y en la vida pública romana.
Desde el punto de vista histórico, las augustas no ejercían poder político directo, pero su influencia era considerable en la esfera privada y simbólica del imperio. Muchas de ellas participaron en actividades de beneficencia, patronazgo de obras públicas y religiosas, y en la promoción de la imagen dinástica. El título de Augusta confería prestigio y legitimidad a la familia imperial, y su concesión respondía a estrategias políticas y de consolidación del poder.
En el ámbito numismático, la importancia de las augustas es notable. Su efigie y nombre aparecieron en monedas de oro, plata y bronce, emitidas tanto en Roma como en provincias. Estas monedas no solo servían como medio de propaganda imperial, difundiendo la imagen de la familia gobernante, sino que también reflejaban el reconocimiento oficial de la mujer como parte fundamental del orden imperial. Las monedas de augustas suelen mostrar retratos idealizados y leyendas honoríficas, y en ocasiones representan atributos de divinidades o virtudes asociadas a la figura femenina, como la piedad, la fecundidad o la concordia.
Las mujeres augustas de Roma fueron protagonistas silenciosas pero esenciales en la historia del imperio, y su representación en la moneda es testimonio tangible de su relevancia social, política y simbólica en la Antigüedad romana.