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CARLOS II (1665-1700). Tari. (Ar. 5,67g/27mm). 1687. Nápoles AG-A. (Vicenti 171).
EBC/EBC+. Preciosa pátina.
Encapsulada por NCV como AU55
Las monedas de Nápoles en la época de Carlos II formaron parte del sistema monetario del Reino de Nápoles, que estaba bajo la soberanía española desde principios del siglo XVI hasta principios del siglo XVIII. La ceca de Nápoles emitía monedas de plata y oro con distintas denominaciones, entre ellas el tari, ducado (o piastra) y carlín, que llevaron la herencia de varias reformas monetarias a lo largo del siglo XVII.
El Reino de Nápoles, también llamado Reino de las Dos Sicilias, estaba bajo control español desde 1503, cuando fue ocupado por Fernando el Católico a través del Gran Capitán. Desde entonces, las monedas napolitanas reflejaron el poder español en Italia, con símbolos como los escudos dinásticos y las representaciones religiosas características.
Durante el reinado de Carlos II (1665-1700), la ceca de Nápoles experimentó reformas importantes, como la introducción de la acuñación con maquinaria de volante (prensa más moderna) alrededor de 1683 que mejoró la calidad y regularidad de las monedas.
Hablan algunos historiadores de la existencia de un Carlos II en “clave italiana”. Un monarca que diferiría en factores varios del mismo Carlos II peninsular o del rey de las Indias. El Carlos II italiano, su corte, su dinastía, está íntima e indisolublemente ligado al arte italiano del momento. Se crea así una peculiar relación entre arte y poder que se puede observar en todos los órdenes culturales y donde la numismática no es una excepción. No es, pues, casualidad el esmero y la belleza con que maestros de ceca y ensayadores, como Andrea Giovane y Antonio Ariani, acuñan estos ejemplares. Italia, más concretamente Nápoles, se había convertido en un auténtico laboratorio artístico que perseguía no solo alcanzar altas cotas de bellezas sino el proyectar una imagen positiva tanto de la Corona como del propio rey. Y así encontramos, por ejemplo, estos reversos donde, en armonía, conviven elementos tan dispares como un orbe occidental coronado con una cornucopia y un fascio entrecruzados. Ningún elemento novedoso o que no conozcamos ya, al contrario, nos encontramos con elementos decorativos plenamente consolidados (¿algo más tradicional en la numismática que una cornucopia o un fascio?) cuyo objetivo no es otro que mostrar un aire de continuidad y positivismo a este reinado.